Para que nuestros niños permanezcan despiertos y con mucha energía es necesario alimentarlos correctamente, al igual que nos ocurre a nosotros, que muchas veces nos sentimos cansados a lo largo del día o nos resfriamos con más frecuencia de lo normal y ello se debe a una mala alimentación y a un bajo nivel de nutrición. Por esta razón es necesario crear consciencia en madres y padres sobre la alimentación, para poder disminuir así el cansancio de los niños.

Nuestro cuerpo es como una planta, que si no se riega constantemente y recibe sol y abono se marchita, mientras que una planta bien cuidada puede ser capaz de lucir espectacular durante mucho tiempo. Pues eso es lo mismo que sucede con nuestro cuerpo, que necesita sus vitaminas, minerales, proteínas, carbohidratos y grasas necesarias para poder funcionar correctamente.

Esto quiere decir que preocuparse por los hábitos alimenticios de la familia no es ninguna tontería. Los niños no pueden salir de casa sin haber tomado un buen desayuno antes, así como un ligero almuerzo en la hora del recreo o una merienda entre comida y cena. Y es que mantenernos alimentados nos permite rendir mejor y estar más atentos durante el día y más relajados durante la noche.

 

Qué hacer cuando nuestros hijos no quieren comer

Muchos padres luchamos diariamente con este problema tan común en nuestros hijos, y lo primero en lo que pensamos es que solo existen dos opciones que son, dejarles sin comer u obligarles a hacerlo a la fuerza. Sin embargo, la realidad es que ninguna de estas dos opciones es buena por la situación de salud que implica que el niño no coma o por el trauma que generamos al obligarle a comer, lo que podría llegar a producir serios trastornos alimenticios. Por eso, a continuación, te damos algunas estrategias para que puedas controlar la hora de la comida y no se vuelva una auténtica pesadilla:

 

  • Elimina cualquier distracción que exista en el lugar donde tu hijo o hija se disponga a comer: generalmente los adultos no nos damos cuenta de lo fatal que resulta tener encendida la televisión a la hora de comer, y junto a otras distracciones como los juguetes, queda claro que este tipo de cosas no favorecen para nada la hora de la ingesta por parte de los más pequeños. Estas distracciones deberían usarse más como “premios” o incentivos por haberse comido todo o por haber comido de forma correcta sin dejarse nada, por ejemplo, aunque todo dependerá de la edad de los propios niños y de su desarrollo y avance. Por otro lado, es cierto que existen otro tipo de distracciones más positivas, como las canciones o los juegos, que utilizadas de forma adecuada y dependiendo de cada niño o de la creatividad del adulto sí que pueden volverse efectivas.

 

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  • Utiliza toda tu creatividad para hacer más divertida la hora de la ingesta decorando los platos de forma divertida y atractiva, por ejemplo, para que los peques se sientan más animados. Esta forma de realizar apetitosos y saludables platos ayudará a que tus hijos asocien la hora de la comida con un momento grato.
  • No caigas en las regañinas y en los reproches de forma excesiva. Frente a situaciones o actitudes inapropiadas no es conveniente reprender en exceso, es mejor elogiar y exteriorizar nuestra alegría y gratitud frente a todos los posibles avances que haya y frente a la buena conducta (cada vez que sea así) a la hora de la comida.
  • Olvida tácticas inútiles o inadecuadas, como regañar por comer con las manos, porque lo cierto es que sobre todo durante el primer año es absolutamente normal que los niños quieran tocar la comida con sus manos porque necesitan conocer y experimentar. Recuerda que hasta los 2 años de vida los niños se encuentran en una etapa de exploración y descubrimiento del mundo que les rodea, por lo que resulta totalmente normal que se ensucien o que utilicen sus manos en vez de los cubiertos para comer. Con el tiempo serán ellos mismos quienes empiecen a usar los cubiertos que correspondan a medida que vayan desarrollando también su autonomía e independencia.